La cultura de una organización se puede interpretar como la suma de supuestos básicos compartidos, que la organización ha aprendido mientras resuelve sus problemas de adaptación externa e integración interna, que ha funcionado lo suficientemente bien para ser considerada válida y, por tanto, enseñada a los miembros nuevos como la forma correcta de percibir, pensar y sentir con relación a esos problemas.
Esta emerge debido a la necesidad de manejar los problemas internos y externos para poder sobrevivir y prosperar. La organización no sólo debe servir a los clientes, sino, además, debe servir a los inversionistas, proveedores, reguladores, otras instituciones sociales, y beneficiarias (adaptación externa).
En este sentido, las empresas en busca de la excelencia, que quieran introducir modificaciones en su gestión y orientarlas hacia el éxito, deben fundamentar el cambio sobre la gestión de calidad y actuar sobre los cuatro pilares que sustentan la gestión empresarial:
- La cultura empresarial: que deberán conocer y si es posible, emprender acciones para fortalecerla o intentar reorientarla o actuar sobre ella.
- La estrategia: fruto de una profunda reflexión sobre el porvenir a largo plazo de su empresa.
- La organización: en función de la estrategia elegida, que servirá de marco formal para estructurar la consecución de los objetivos seleccionados.
- El estilo gerencial: ya que la figura del líder y su estilo de dirección deben ser el elemento impulsor capaz de armonizar la estrategia con la cultura (RODRÍGUEZ; GONZÁLEZ, 1998).
Si nos referimos a cultura de la calidad se puede definir como el conjunto de valores y hábitos que posee una persona, que complementados con el uso de prácticas y herramientas de calidad en el actuar diario, le permiten colaborar con su organización para afrontar los retos que se le presenten en el cumplimiento de su misión.
Algunos de los aspectos que determinan la cultura en una organización, se muestran en la siguiente imagen.